Estaba yo en
esos tiempos… de incomprensiones y desengaños… Ah, no. Así no iba… Ja
Era el año
2008 o 2009 (ha pasado un tiempo, no está muy clara la fecha), estábamos en la búsqueda
una mascota ideal para nuestra familia. Era un problema tratar de criar a un
perro grande cuando la mayoría de personas en la casa están de un lado a otro y
casi no tienen tiempo para sacar a pasear continuamente a un perro de gran tamaño.
Y fue en esa búsqueda
que el que escribe aquí encontró un precioso perrito poodle color chocolate en
un aparador de un intento de tienda. Me entristecía ver como el perrito se
encontraba solo, sin alguna otra compañía que un ya destrozado peluche. Luego
de una buena conversación con la “vendedora”, logre llevarme al pequeño ser
inocente a mi casa. Fue bien recibido, todos lo quisieron. Era gratificante ver
como el pequeñín (humano) de la casa jugaba con el pequeñín nuevo (perrito). El
nombre que se le decidió poner fue Charlie (Ajam! Charlie el poodle de
chocolate… Charlie y la fábrica… eso…)
Pero, como
todo aquel que ha tenido un perrito cachorrito en casa debe saber, este escogía
las noches para hacer escándalo y medio, y uno que otro destrozo.
Pasaron los días…y
llego una noche que jamás podre olvidar…
Fue un
viernes, aproximadamente las 11 de la noche. Me encontraba en mi tibia camita,
abrigado a más no poder (era invierno, ¡pues!). En medio de mi muy ligero sueño,
un agudo ruido me hace saltar de mi cama. Un pequeño llanto se oía desde la
cocina. ¡Genial, ya se despertó!, me
dije. Y es que el cachorrito Charlie no tenía ganas de dormir solo esa noche,
al parecer. Y se la pasaba de llanto en llanto, lamentos por la ausencia de una
compañía.
Primero, probé
con una mantita pensando que era el frio. La paz no duro ni diez minutos.
Luego, le
toco a un peluche para hacerle compañía. Tampoco funciono.
Finalmente,
ya cansado y con sueño, traje unas cajas del depósito y le arme una casita en
una esquinita de mi cuarto, a menos de medio metro de mi cama. Y con eso se durmió…
y despertó a la media hora.
Y fue el
momento del último intento. Una pequeña mantita con la que hice burrito de
Charlie (quedo bien envuelto y con solo la cabecita saliendo de la mantita). Y
fue envuelto con mi brazo que el cachorrito Charlie cayo rendido.
A la mañana,
unos intentos de ladrido y un suave apretón de dientes en mi nariz me
despertaron. Como no me movía, me cayó un ataque de lengüetazos hasta que salí
de la cama…
Pasaron dos días
de aquel momento… hasta un día muy doloroso en mi vida…
Fue un martes.
El día anterior, hubo una reunión familiar, por lo que cachorrito Charlie tuvo
que dormir en el depósito (el único lugar donde Charlie no se desesperaría por
el ruido). Confiado que cachorrito Charlie estaría bien, me fui a dormir.
A la mañana siguiente,
desperté con un muy mal presentimiento. Sin ponerme los lentes, me asomé a mi
ventana y lo que vi, hasta el día de hoy me perturba (y explica mi hábito de
ponerme los lentes apenas despierto y mirar por esa ventana). En una pequeña piscina
de poca profundidad, una bolsa marrón flotaba muy despacio hacia uno de los
bordes. Tras ponerme los lentes, corrí hacia aquella piscina. No era marrón,
era chocolate; y no era una bolsa lo que flotaba…
En el borde
ya de la piscina, solo una parte del hociquito de aquel pobre cachorrito sobresalía.
Desesperado, lo saque de la piscina y tomé entre mis brazos. Intente envolverlo
con mi polo y abrigarlo. Su respiración era muy lenta. Sus ojos se esforzaban
por abrirse, pero no le quedaban fuerzas. En un momento de total desesperación intente
auxiliar al pequeño Charlie, pero quizá ya era muy tarde. Por más que le rogara
entre gritos que reaccione, ya no quedaba mucho por hacer.
Luego de un último
intento de hacer reaccionar a Charlie, un último sonido broto de aquel pequeño cuerpecito.
Y con aquel ultimo lamento, el cachorrito Charlie se despidió para no volver…
Esa fría mañana
paso muy lentamente para mí. En mis brazos, el cachorrito Charlie se mantuvo
contenido hasta que fue momento de aceptar la realidad… Charlie ya no volvería.
Con el
tiempo, llego otro poodle a esta casa… Un regalo a mi sobrino para que aprenda
a ser responsable, aunque termino bajo mi cuidado. Y lleva ya algunos años acompañándome.
Luego, llego Lola, la pug más desesperante, pero tierna que pueda existir. Y
ellos siempre estarán ahí conmigo. En las buenas, sacándome de quicio. En las
malas, echándose a mi lado y haciendo compañía hasta que mejore. Siempre acompañándonos
en cada momento.
Pero… Charlie
aun estará conmigo en esta casa, debajo de aquel jardín donde paso un corto
tiempo jugando. Cuidándonos quizá con esos pequeños ojos y ese cuerpecito que a
nadie asustaría.
Cachorrito Charlie
aun está conmigo, acompañándome en cada experiencia, en cada aventura… siempre recordándome lo que soy capaz de dar…
y siempre presentes, los lamentos del cachorrito…
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Y esa es la
verdadera y jamás antes contada historia del origen del nombre de este humilde
blog. Gracias por leer.
Y en memoria de todos esos compañeros que tuvimos que despedir, y en honor a los que tuvimos que soportar esas partidas...
Y en memoria de todos esos compañeros que tuvimos que despedir, y en honor a los que tuvimos que soportar esas partidas...
buaa!!! que triste ..
ResponderEliminarLa vida puede ser muy triste y dolorosa a veces, pero se aprende de ella.
EliminarSaludos :)
Me hiciste llorar y al mismo tiempo recordar a mi vaquita (mi perrita), por la cual puse y tengo ahora villa vaquita donde trato de mantener a los protegidos y darles todo el cariño que nadie supo darles... gracias cachorrito por ese post
ResponderEliminarSe puede aprender hasta de los momentos más tristes que pasamos. Al final, salimos adelantes y forjamos algo bueno a partir de ese dolor.
EliminarLa memoria te inspiró a ayudar. Eso es bueno.
Un abrazo :)
ahhhhh era por eso
ResponderEliminar=(
En memoria de Charlie, el poodle chocolatoso :(
EliminarRecordé cuando mi perrita Estrella llegó a casa, y lloraba por dormir conmigo. Una pena perder esa clase de compañia u.u
ResponderEliminarSaludos.
Es triste, y muy doloroso perderle en tus brazos, pero hubo que superarlo y con el tiempo el cariño que recibió fue dirigido a otros dos perritos que me acompañan ahora.
EliminarSaludos