- Creo que hay un fantasma en la
casa
- No me vengas con eso, no existen
los fantasmas - dijo mi madre
- Pues yo lo vi. Un niño de unos 10
años vestido de blanco me saludó en la noche
- Te va a caer algo encima si no
paras con eso
Y así fue como terminó la primera y única
conversación con mi madre sobre aquel extraño niño que aparecía una que otra
madrugada en la escalera de mi casa. Ella nunca me creyó, pero yo si lo pude
ver por un tiempo, hasta hace casi un año atrás.
Si, un niño se me aparecía constantemente.
Nunca me habló ni hizo algún otro intento de comunicarme, solo se quedaba ahí
de pie observándome, como si únicamente buscara demostrar que existe, que está
ahí y nada podía hacerse para que se fuera. Eso creía yo. Una noche,
finalmente, le deje de hacer caso. Pasaba frente a la escalera y me iba de
largo (algo lejitos de él, claro). Con el pasar de las noches, hubo días que ya
no aparecía, pasaron semanas, paso el primer mes, y no volvió (hasta ahora… ¡no
vengas!).
Lamentablemente, tras desaparecer ese
fantasma, llegó otro. Esta vez, no llegó
como clásica aparición que nadie se da cuenta desde cuando estuvo ahí. Este ser
llegó a mí como un ser viviente. Respiraba, reía, gritaba como persona.
También, odiaba. Mostraba mucho rencor. Se manifestó como un ser positivo, que
jamás podría hacer daño a otro ser viviente. Este ser, hizo mucho daño.
Con el tiempo, su forma física se fue. No ha vuelto. Pero, el fantasma de su existencia aun deambula por donde yo vaya. Me persigue, busca seguir hiriendo. No quiere dejarme libre.
Con el tiempo, su forma física se fue. No ha vuelto. Pero, el fantasma de su existencia aun deambula por donde yo vaya. Me persigue, busca seguir hiriendo. No quiere dejarme libre.
Y es que, ¿no todos tenemos un fantasma con
nosotros? Un recuerdo, una memoria que nos persigue. Sea bueno o malo, es una
parte de nuestras vida que no deja de seguirnos, o quizá no dejamos que se
vaya. No es por masoquismo, no siempre queremos mantener el dolor latente.
El fantasma de un bello pasado en el que tuvimos experiencias que no deseamos olvidar jamás, o un ente que no deja de recordarnos los errores cometidos, nuestras fallas, nuestras dudas. Están ahí, quizá por mucho tiempo. Y, tal vez, realmente no deseamos que se vayan. “El humano vive de sus recuerdos”, escuche una vez. Somos seres que necesitamos de un recordatorio de aquel pasado hermoso, o de aquel pasado tormentoso que vivimos y deseamos no volver a repetir.
El fantasma de un bello pasado en el que tuvimos experiencias que no deseamos olvidar jamás, o un ente que no deja de recordarnos los errores cometidos, nuestras fallas, nuestras dudas. Están ahí, quizá por mucho tiempo. Y, tal vez, realmente no deseamos que se vayan. “El humano vive de sus recuerdos”, escuche una vez. Somos seres que necesitamos de un recordatorio de aquel pasado hermoso, o de aquel pasado tormentoso que vivimos y deseamos no volver a repetir.
Pero, por más que intentemos mantener el recuerdo de una hermosa vida pasada,
esta siempre quedara atrás. Nuestro tiempo es lineal, lo pasado no volverá. Por
otro lado, cuanto más mantengamos aquel recuerdo negativo con nosotros, mayor
será el tiempo que prolongaremos la pesadilla de la cual quisimos escapar.
Quizá tome tiempo dejarlos ir, quizá
algunos se rehúsen a desaparecer, pero a veces solo basta con ignorar a
nuestros fantasmas para que ellos decidan irse por su cuenta. Otras veces, como
con los entes sobrenaturales reales, se necesita de un tercero que venga a
alejar con todo medio posible a estos fantasmas para que podamos finalmente
descansar.
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Nota 1: Eran 3 fantasmas... Un niño, una joven en la puerta principal y otra en el patio de mi casa.
Nota 2: El "fantasma que fue antes humano" ya no está rondando.
Nota 3: Sentí algo tocarme el hombro al terminar de escribir esta entrada...