martes, 18 de noviembre de 2014

Los lamentos del cachorrito

Estaba yo en esos tiempos… de incomprensiones y desengaños… Ah, no.  Así no iba… Ja

Era el año 2008 o 2009 (ha pasado un tiempo, no está muy clara la fecha), estábamos en la búsqueda una mascota ideal para nuestra familia. Era un problema tratar de criar a un perro grande cuando la mayoría de personas en la casa están de un lado a otro y casi no tienen tiempo para sacar a pasear continuamente a un perro de gran tamaño.
Y fue en esa búsqueda que el que escribe aquí encontró un precioso perrito poodle color chocolate en un aparador de un intento de tienda. Me entristecía ver como el perrito se encontraba solo, sin alguna otra compañía que un ya destrozado peluche. Luego de una buena conversación con la “vendedora”, logre llevarme al pequeño ser inocente a mi casa. Fue bien recibido, todos lo quisieron. Era gratificante ver como el pequeñín (humano) de la casa jugaba con el pequeñín nuevo (perrito). El nombre que se le decidió poner fue Charlie (Ajam! Charlie el poodle de chocolate… Charlie y la fábrica… eso…)
Pero, como todo aquel que ha tenido un perrito cachorrito en casa debe saber, este escogía las noches para hacer escándalo y medio, y uno que otro destrozo.

Pasaron los días…y llego una noche que jamás podre olvidar…
Fue un viernes, aproximadamente las 11 de la noche. Me encontraba en mi tibia camita, abrigado a más no poder (era invierno, ¡pues!). En medio de mi muy ligero sueño, un agudo ruido me hace saltar de mi cama. Un pequeño llanto se oía desde la cocina. ¡Genial, ya se despertó!, me dije. Y es que el cachorrito Charlie no tenía ganas de dormir solo esa noche, al parecer. Y se la pasaba de llanto en llanto, lamentos por la ausencia de una compañía.
Primero, probé con una mantita pensando que era el frio. La paz no duro ni diez minutos.
Luego, le toco a un peluche para hacerle compañía. Tampoco funciono.
Finalmente, ya cansado y con sueño, traje unas cajas del depósito y le arme una casita en una esquinita de mi cuarto, a menos de medio metro de mi cama. Y con eso se durmió… y despertó a la media hora.
Y fue el momento del último intento. Una pequeña mantita con la que hice burrito de Charlie (quedo bien envuelto y con solo la cabecita saliendo de la mantita). Y fue envuelto con mi brazo que el cachorrito Charlie cayo rendido.
A la mañana, unos intentos de ladrido y un suave apretón de dientes en mi nariz me despertaron. Como no me movía, me cayó un ataque de lengüetazos hasta que salí de la cama…

Pasaron dos días de aquel momento… hasta un día muy doloroso en mi vida…
Fue un martes. El día anterior, hubo una reunión familiar, por lo que cachorrito Charlie tuvo que dormir en el depósito (el único lugar donde Charlie no se desesperaría por el ruido). Confiado que cachorrito Charlie estaría bien, me fui a dormir.
A la mañana siguiente, desperté con un muy mal presentimiento. Sin ponerme los lentes, me asomé a mi ventana y lo que vi, hasta el día de hoy me perturba (y explica mi hábito de ponerme los lentes apenas despierto y mirar por esa ventana). En una pequeña piscina de poca profundidad, una bolsa marrón flotaba muy despacio hacia uno de los bordes. Tras ponerme los lentes, corrí hacia aquella piscina. No era marrón, era chocolate; y no era una bolsa lo que flotaba…
En el borde ya de la piscina, solo una parte del hociquito de aquel pobre cachorrito sobresalía. Desesperado, lo saque de la piscina y tomé entre mis brazos. Intente envolverlo con mi polo y abrigarlo. Su respiración era muy lenta. Sus ojos se esforzaban por abrirse, pero no le quedaban fuerzas. En un momento de total desesperación intente auxiliar al pequeño Charlie, pero quizá ya era muy tarde. Por más que le rogara entre gritos que reaccione, ya no quedaba mucho por hacer.
Luego de un último intento de hacer reaccionar a Charlie, un último sonido broto de aquel pequeño cuerpecito. Y con aquel ultimo lamento, el cachorrito Charlie se despidió para no volver…
Esa fría mañana paso muy lentamente para mí. En mis brazos, el cachorrito Charlie se mantuvo contenido hasta que fue momento de aceptar la realidad… Charlie ya no volvería.

Con el tiempo, llego otro poodle a esta casa… Un regalo a mi sobrino para que aprenda a ser responsable, aunque termino bajo mi cuidado. Y lleva ya algunos años acompañándome. Luego, llego Lola, la pug más desesperante, pero tierna que pueda existir. Y ellos siempre estarán ahí conmigo. En las buenas, sacándome de quicio. En las malas, echándose a mi lado y haciendo compañía hasta que mejore. Siempre acompañándonos en cada momento.

Pero… Charlie aun estará conmigo en esta casa, debajo de aquel jardín donde paso un corto tiempo jugando. Cuidándonos quizá con esos pequeños ojos y ese cuerpecito que a nadie asustaría.
Cachorrito Charlie aun está conmigo, acompañándome en cada experiencia, en cada aventura… siempre recordándome lo que soy capaz de dar… y siempre presentes, los lamentos del cachorrito…

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Y esa es la verdadera y jamás antes contada historia del origen del nombre de este humilde blog. Gracias por leer.

Y en memoria de todos esos compañeros que tuvimos que despedir, y en honor a los que tuvimos que soportar esas partidas...

sábado, 1 de noviembre de 2014

Entre lápices y tajadores


En una de esas poco productivas tardes en las que queda tan poco que hacer que buscas cualquier excusa para solo distraerte y perder la noción del tiempo, me encontraba revisando aquella olvidada cuenta en una esas páginas destinadas a conocer gente y pactar uno que otro encuentro casual (Ojo! No que yo haga ese tipo de cosas… je).
A los pocos minutos de iniciada la sesión, un curioso mensaje llega a mi bandeja. Y decía algo así:

Persona x: Hola guapo
Yo: Hola… que tal?
Persona x: Eres pachi?
Yo: ah? Pachi?
Persona x: Pachi! Pasivo pues!!
Yo: Uhmmm no…
Persona x: Aburrido!!

Y ahí quedó la “entretenida” conversación.

Pasaron las horas, me entretuve repasando algunos temas pendientes que tenia aun. En un momento de gran concentración, fue el clásico sonidito de notificación del Facebook que casi logro hacerme saltar hasta el techo. Se trataba de una solicitud de amistad. “Ok! Aparenta ser tranquilo…  aceptare”, fue lo que me dije. Y a los pocos minutos, se formulo una conversación como la que sigue:

Yo: Hola
Persona Y: abla q tal opc edad
Yo: Alaaaaaaa xD
Persona Y: opc edad

Y con un simple clic, mi número de amigos de Facebook se redujo en uno.


Entre amigos, en medio de la clásica joda, nunca faltan los comentarios de que tal es “pasiva”, otro es “estafadora”, un tercero es acomplejado (porque dice ser “activo” y los amigos lo colocan como “pasiva reprimida” que no se acepta).
Estamos sumergidos en una realidad donde las personas son definidas y catalogadas en categorías estrictas donde debes encajar y comportarte como la opción que la gente te cataloga (Ojo! No lo que eres, sino lo que dicen de ti) o se te tilda de reprimido o acomplejado.

Y aquí vienen algunos puntos a discutir:
Primero, es entendible que vivimos en una realidad donde el sexo y las relaciones han tomado un amplio valor. Si bien no a todos nos urge “saciar” aquella supuesta necesidad con tanta intensidad como a otros, hay personas lo ven como un placer más que disfrutar. Ok, se respeta. Pero, como se dijo, no todos lo buscamos tan fervientemente, y se pide se respete. No se trata de acomplejarse, es solo ser diferente (valga decir, todos lo somos).
Segundo, la gran mayoría de las personas de este ambiente conoce como funciona el tema de las opciones. Para quien no… dejo esta idea: un ser activo es como el lápiz, uno pasivo es como un tajador. El lápiz se introduce en el tajador. Listo! Claro, también hay modernos, versátiles y otros, pero la idea es la misma… un lápiz y un tajador.
Tercero, lo que a una persone le guste/prefiera hacer en la cama (piso, pared, donde sea… saben a lo que me refiero) o fuera de ella, no la define. Se busca colocar a las personas dentro de categorías (activo, pasivo, etc.) y esperar que mantengan el estereotipo ya forma de una opción. El punto aquí es, como se puede esperar que una persona encaje en categorías tan cerradas solo por sus preferencias? El ser humano es complejo, con actividades que le gustan y otras que rechaza, y quizá algunas que solo no le llama la atención realizar. Definir a una persona por lo que le guste hacer es limitar las elecciones que tiene en frente y mantenerle encasillado en un lugar donde quizá no es el que pertenece. En mi humilde opinión, se trata más de que prefiera hacer, que de cuál sea mi opción. Solo digo.


Queda abierta la discusión…