viernes, 4 de abril de 2014

Soundtrack personal: Libre soy

“El frío es parte también de mí”
Libre soy (Frozen)



No, no hablaré sobre mi instintivo amor por el clima frío que en los últimos días se ha ido asomando sigilosamente.
Esta toca contar una historia. Esta vez es algo personal (bueno, casi todo lo que escribo es personal…)

Era ya mediados del mes de diciembre del 2011. El contexto… llevaba algunos meses que finalmente me había librado, o creía eso yo, de una persona muy poco grata. La vida era aun vacía para mí y deambulaba con escasos ánimos para casi toda actividad que no sea estar metido en cama mirando el techo de mi cuarto.
Entre tantas personas que repetían en una y otra oportunidad que tenían que debía animarme, que me caería bien sonreír un poco, terminé en una cita con un “especialista” que me ayudaría a salir de ese estado. Fue una sugerencia y casi obligación a punta de escopeta, pero bueno. No profundizaré mucho en ello.
Tras algunas semanas de terapias tan poco útiles que ya estaba por desistir, el amable señor que escuchaba cada uno de mis poco interesantes problemas no tuvo una mejor idea que citarme un día cualquiera (ya que las citas eran siempre los días viernes, creo) para hablar, ya que decía no podría el día que normalmente se daban las citas.
Llegué temprano. Había un automóvil que me parecía conocido afuera, pero no le daba importancia, todos se ven igual para mí. Atravesé las rejas del lugar, toque la puerta e ingresé. Enorme fue mi sorpresa al encontrar a mis padres sentados y hablando, y en medio de ellos estaba una silla destinada para mi…
Mis padres me veían extrañados.  Parecía que ni ellos sabían qué hacían ahí. El hombre nos había citado por separado. Atemorizados, me senté entre mis padres e intenté no mirarlos directamente. Algo en mí ya sabía lo que iba a ocurrir.
El hombre se presento amablemente (algo raro ya que mis padres fueron los que me llevaron el primer día a ese lugar) y empezó con una introducción al tema por el que nos cito…
“La homosexualidad…” y hasta ahí escuchamos la introducción. Ninguno de los tres interrumpió lo que se nos decía, pero las miradas y expresiones lo mostraban todo. Mis padres me miraron de reojo y ya no pude mantener la mirada en ellos. ¡Tierra, trágame!, era todo en lo que podía pensar.
Todo gay tiene el derecho de decir cuando y como decir este tipo de cosas, incluso el no decirlo. Pero, acababa de perder mi oportunidad. Había llegado al punto en el que no había vuelta atrás.
Mis padres me miraron fijamente, y el hombre aquel no dejaba de repetir su seguramente tan planeado discurso que pensaba seria digno de reconocer. Bueno, ninguno le escuchaba ya.
Una vez terminadas sus palabras, nos preguntó si teníamos algo que decir. ¿Acaso esperaba que no sintiéramos el golpe de haber sido expuesto de esta forma tan inesperada? ¿Quizá creía que mis padres tomarían esa declaración como algo simple y con poco significado?
No planeaba disculparme, claro. Uno no puede pedir perdón por ser lo que es, tampoco avergonzarse de ello. Pero, en el momento, no había idea alguna de que decir. El nerviosismo de la exposición fue demasiado para mí.

Ese día no volví a casa hasta ya bien entrada la noche. El temor de qué pasaría en el momento que entre a mi casa me atormentaba. ¿Me botarán de casa? ¿Seré atacado como en tantos casos que he leído en internet? ¿A dónde iré?, y otras preguntas más rondaban mi pobre mente. Finalmente, con los pies ya adoloridos de tanto caminar, llegué a casa…

No se ha vuelto a hablar directamente de ese tema en mi hogar. Mi padre dejó de hacer comentarios “ligeramente” homofóbicos, como él los llamaba. Mi madre, de tiempo en tiempo insiste, según ella bromeando, en que debería tener una enamorada. Quizá aún queda mucho por hacer aquí, pero podría considerarse un primer paso para cambiar las cosas. Se debe empezar por algún lado, ¿no?

Unos meses atrás, veía están tan elogiada película animada de Disney. Una princesa que tuvo que ocultar lo que era por temor a ser perseguida y atacada por el pueblo que ella deseaba cuidar. Tras ser descubierta huye y se recluye en un castillo lejos de todos pensando que es la mejor manera de estar a salvo. Finalmente, luego de mucho drama, es “salvada” por su hermana y recibe la aceptación y cariño de su pueblo.
Si bien existen muchos temas que sacar de aquella película (depende de cómo la veas), hay una parte con la que simplemente no pude evitar sentirme identificado. La libertad de sentir que aquel secreto que sentías te carcomía por dentro ya no existe, es indescriptible. Ya no hay miedo a como reaccionaran, pues ya viviste el momento que tanto temías, ya quedo atrás. Incluso, parte de la canción que acompaña su huida explica sus sentimiento de liberación y, más importante aún, aceptación de lo que es. Aquello que ella mantenía como un secreto no la definía más, sino era solo una parte más de ella.
Quizá también es momento cambiar un poco las cosas, quizá ya es tiempo de decir “ser gay es parte también de mí”.

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Y el momento de las NOTAS!!
Nota 1: Por fin logre terminar el post!! (Se supone que saldría apenas pasen los Oscar)
Nota 2: Si, quizá si la película hubiera salido antes, habría aparecido igual con mi vestido… No, para nada…
Nota 3: Amo el friecito que va apareciendo en estos días, pero ando agripado. Que mal!
Nota 4: Me gusta más la versión latina, la original suena muy... fría! (ja!)